martes, junio 22, 2010

¿Por qué será que me siento cada vez, peor que el día anterior?
¿Por qué será que cada vez que cierro los ojos se me desgarra el alma?
¿Por qué será que mi vida ya no es la de ayer?...

Muero, y cada día muero más, que cada mañana,
que cada noche.
Me veo con la gente y ya no recuerdo dónde están, hablo con 'esa' gente y me hace querer llorar. Porque quisiera gritarte en la cara que Gelver ya no está, se fue, ya no molestes más.
-

El otro día hablamos, y me hizo volver atrás, ese atrás no tan lejano que la gente te enrostra de manera fea y trata de decirte que hay cosas que hiciste mal. Mientras conversábamos, recordaba que la gente buena te dice; vuelve no te alejes... pero hay gente buena, a la que debes decirle; aléjate, no vuelvas... y estuve a punto, pero sólo lo pensé, no lo dije, porque, así, sigo siendo un cobarde; y hace ya tiempo que descubrí que tengo la manía de dejar las cosas a medias... ni siquiera a secas, a medias... que es lo más feo...
Ser quien menos habla en una conversación no es agradable, y menos cuando quieres y no lo quieres... cuando lo dejas a medias, y arrancas de todo.
Luego las cosas comenzaron a tornarse un poco calurosas y desagradables, y es ahí cuando uno comienza a tratar mal a la gente, cuando te encuentras en el borde del abismo, a centímetros del llanto, y tratando equilibrarte, hay gente que sale bien del paso, lamentablemente yo carezco de esa virtud, pero para mi interlocutor era adrenalina pura. Me sentía como cuando quieres bajarte del tagadá o algo por el estilo, pero los demás son más fuertes que tú, y te incitan a que sigas, a que te quedes y sigas muriendo del miedo... Casi con un dolor de cabeza por lo que mis ojos intentaban hacer, traté de finalizar todo, lo juro, lo intenté pero no pude; la adrenalina es un vicio de los raros. No quise hablar nada más, admito que por miedo, ¿a qué? ni idea, pero por miedo. Las palabras bien combinadas son raras e impresionantes, acaloradas y volátiles, pero siempre hay algunas tan extrañas que pesan casi como el mercurio, de las que te dan vueltas y opacan a las que vienen tras ellas, y al final terminas entendiendo la mitad de las cosas.
Finalmente resolvió llegar el taxi, junto un alivio interno con cara de falso asombro, (estoy seguro que no era tan sólo yo quien sabía qué era lo que egoístamente más deseaba en ese momento) un mal escogido; -me voy- fue el desaire más provechoso que puse sacar. Hay veces en que la gente incómoda puede llegar a ser muy mal educada...
Aquí continuó todo, las llamadas nocturnas exasperadas, cortes de llamada, el sonido frente a mi puerta que turbó mi alma, un paseo exorbitante, discusiones extrañas y conversaciones a ceño fruncido, retazos de malas miradas, gritos y una vuelta desdeñosa sobre la puerta de entrada, y finalmente terminé sentado de copiloto, con la cabeza gacha, un cigarro entre los dedos, escuchando nuevamente interminables retos que se sumían en todos lados menos en mi mente, que queriendo ahogarse en las hierbas del abandonado camino en el que estábamos, se retorcía queriendo abrir la puerta y de frente mandar todo a la cresta...

Admito que me gusta tratar mal a la gente así... si no me enojo, las cosas no funcionan, no tienen brisa ni esa calma certera... pero hay veces que uno va por lana y sale trasquilado....
Porque sin tu nombre, no hubiera sido más que la
tinta que rebozaba el papel que en tu mano temblaba esa tarde de nuestro
tormentoso y gris otoño...

lunes, junio 14, 2010

Hasta sentirás que quieres arrancarte la piel,
que quieres arrancarte los ojos.. 
Porque aunque te haya abandonado en París, con el auto sin gasolina y el eje quebrado…
aunque la lluvia te mojara hasta el alma.
y tus pies fueran descalzos.
Sabrás que todo esfuerzo no ha sido en vano;
porque es mejor sentir algo,
que no sentir nada.